El mundo cambia rápido. Y con él, las formas de consumir.
Las nuevas generaciones —millennials, generación Z y las que vienen detrás— no solo compran diferente. También piensan diferente, investigan diferente y deciden diferente.
Están acostumbradas a hacerlo todo desde el móvil. Comprar ropa, pedir comida, reservar viajes… ¿Y el vino? También. Pero el sector aún no ha terminado de adaptarse a sus expectativas.
Ya no basta con una etiqueta bonita
Estas generaciones buscan información, conexión y autenticidad.
No les sirve solo con saber si un vino es tinto o blanco, o si tiene buena puntuación en una guía. Quieren saber:
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¿De dónde viene este vino?
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¿Quién lo ha elaborado?
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¿Qué opinan otras personas como yo?
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¿Con qué lo puedo maridar?
Un nuevo tipo de consumidor, un nuevo tipo de relación
En Vinok creemos que el vino no debe quedarse atrás.
Por eso hemos creado una solución pensada para hablar en el lenguaje digital de las nuevas generaciones: rápido, visual, transparente y participativo.
Con un simple escaneo del chip NFC que llevan nuestras botellas, el consumidor puede:
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Confirmar que el vino es auténtico
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Conocer su historia, maridajes, cata, alérgenos…
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Valorar la botella y compartirla con sus amigos
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Y crear una relación emocional con la bodega
El vino tiene alma. La tecnología, también puede tenerla
La clave no está en “digitalizar por digitalizar”. La clave está en usar la tecnología para mantener vivo el alma del vino, pero de una forma que las nuevas generaciones puedan comprender, disfrutar y compartir.
Porque si queremos que los vinos de siempre lleguen a los consumidores del mañana, necesitamos también contar las historias de siempre de formas nuevas.